miércoles, 29 de abril de 2009

A SEGUNDOS

A segundos,
un par de vueltas del minutero,
unas estaciones,
un tren lleno de seres con deseos de descansar,
existencia alejada
que hoy se ve en un espejo.

Frío como en mis mejores días,
aquellos donde lloraba... pero era feliz,
recuerdo de mar nocturno,
zapatos pequeños,
ropa prestada,
más mar que amor,
más atardeceres solo
junto a un cuerpo conocido.

Frío y presagio de cosquillas,
sentimientos metropolitanos
con olor a campo,
con zancudos imaginarios y
con voces dormidas.

A un par de minutos,
de empujones y felicidad por el desembarco,
Ritmo tacneño,
que alimenta los sentimientos con dolor
y distancia.

A segundos y milésimas de esos mismos,
a un rato de quizás qué,
cerca de los sentimientos de mucho tiempo atrás,
no pasaba esto en mi mundo serio,
no se reía en la fila ni se trasnochaba
sólo por sentir una secreta presencia,
sólo por escuchar una respiración o
sentir que está pendiente de una deplorable existencia,
sólo por dormir tranquilo imaginando un abrazo.

No era el panorama esperado,
dentro de lo rápido del día
y de mis sueños truncos
junto al miedo a creer.

martes, 21 de abril de 2009

UNA NOCHE DE TRASNOCHE

Ayer comenzó todo de nuevo,
todo con ojos cuadrados y con sensación inexplicable,
como lluvia del sur y como un calabozo nortino.

Todo de nuevo,
pero coincidente en un pie de limón,
en unos tallarines horizontales
y en un café colombiano con aroma metropolitano.

No es más que un viaje como tantos otros por la inmensidad,
por los sentimientos encontrados con la realidad,
letras que no se entienden,
pero que se sienten muy muy extraño.

Insisto, este tipo de cosas es imposible,
tan imposible como una noche de trasnoche,
o como un día de teléfono,
como un viaje por separado
y un pequeño esfuerzo por unirlo
en segundos de realidad remota.

Sin duda, definámoslo como raro,
más raro que mi vida y que la tuya,
super extraño,
como una llamada de madrugada
o como dos días de intensidad e invitaciones.

No es más,
es más simple que lo complejo de escribir,
es más simple que explicarles a otros que existo,
escondido en un par de teclados nocturnos
y en la sinceridad de la distancia.