Hoy escribo en la lejanía de tiempo y espacio,
lejano del exterior y el interior,
recordando tu mirada,
nada más que esos ojos que me enloquecen
y aquella nariz que no puedo dejar de apretar.
He olvidado hasta escribir,
todo rápido y casi sin sentir,
Había olvidado aquellas cosquillas,
el coqueteo quizás sin efecto,
los versos sólo por no decirlos en vivo,
las canciones mamonas.
El mundo da mil vueltas, y cuando creo que no siento apareces,
justo en el momento en que creí que era inmune a la vida,
cuando ninguna mirada me movía de mi inmutable vida.
Pacifico como siempre,
quieto y mirando,
tratando de que tu presencia no exista,
intentando no tocarte,
haciendo que los roces dejen de provocar sensación de angustia,
creyéndome la historia de que el trabajo me bloquea los sentimientos más puros.
Un imposible en la adversidad,
compromisos férreos justo cuando yo olvidé las cadenas,
palabras casi al viendo,
letras que se escriben en una pizarra,
pero que en la soledad de la sala se pierden junto a los deseos de abrazar.
Volvemos al punto cero,
es siempre lo mismo,
no es más mi menos,
la justa medida para tener por que escribir.
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