Soy un sobreviviente del tiempo,
de la conducción excesiva,
de las amigas pequeñas,
de los corazones lejanos
y de la cercanía a kilómetros.
Soy un sobreviviente del mundo,
de cada movimiento de rotación,
del tagadá cerebral,
de los masajes unidirecccionales.
sobrevivo al tiempo y al espacio,
a la frustración constante,
a la adrenalina y la abstención.
Soy un sobreviviente de las urbes,
de Santiago, Concepción y Chillán,
de Serena, Temuco y Osorno,
de Arica, Antofagasta y Ancud,
Sobreviviente del calor y los insectos de Asunción,
de Tacna, Foz y Mendoza,
Sobreviviente especialmente de Rengo, Pichidegua y San Vicente.
Sobrevivo y respiro con profundo cuidado,
que las paredes escuchen cada paso dado,
con temor a los desmayos
y esperanza del tiempo que mira por la ventana,
y que susurra tan despacio que no la puedo escuchar.
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